Yucatán

Chocholá, entre el pasado y el presente

Febrero 07, 2023

Por Russell G. G. Arjona Tamayo

Como ya hemos platicado en pasadas entregas, Yucatán cuenta con 2 millones 320 mil 898 habitantes, de los cuales, de entre los 106 municipio se encuentra Chocholá, a casi 40 kilómetros de la ciudad capital de Mérida a un costado de la carretera federal Mérida-Campeche o dentro del milenario Camino Real.

Según Censo del 2010, este pequeño pero hermoso y pacífico municipio cuenta con 4 mil 530 habitantes. Chocholá quiere decir Agua Salobre. El municipio aunque no tiene comisarias, se encuentran dentro de su demarcación municipal las haciendas siguientes: Pujil, San Francisco, Juat, San Matías, Cheneld, San Pablo y la Chablé.

Esta última, Hacienda Chablé, orgullo para algunos ya que, aunque el 99.00 % de los que lean esta nota o vean el vídeo correspondiente no tendrán acceso a disfrutar de las instalaciones de la misma ya que es un destino turístico que se presume ser el hotel más caro de México, exclusivo, privado, para muy pocos, al menos de que seas un muy potentado camello o hayas disfrutado de una muy buena línea política en la que han abusado del servicio del público, sino la manera más segura para que tengas entrada libre es que lo hagas como empleado y servir con tu trabajo. 

Entre los desarrollos que se pretenden ampliar es el de crear temáticas para niños que ahí acuden con sus familias; incluso parece que está el de un castillo para aquellos que se “aburren” con la temática adulta que acude con infantes.

Como veremos, en el área principal del poblado hay una iglesia denominada Iglesia de la Inmaculada Concepción. No pudimos determinar su construcción exacta, aunque podríamos asegurar que es del siglo XVII o XVIII y cuya característica es que no guarda la orientación como la guardan iglesias antiguas, esto se debe a diferentes motivos, topográfico, climáticos o utilizar espacios previamente utilizados incluso, como otras iglesias que fueron construidas sobre plataformas prehispánicas.

A raíz de un planteamiento jurídico de un ciudadano del que no les hablaré en este trabajo, observamos que el actual ayuntamiento de Chocholá construyó un monumento a la madre, ya que eso dice, abrazada de una persona y cuya placa con el texto correspondiente no lo lleva a más que a ese detalle aunque está lleno de veladoras y flores. En fin, sin hacer muchos comentarios solo señalaré que teniendo una edificación tan importante y tan antigua enfrente, de manera indiferente, desapasionada o peor aún, tal vez como el adulto que esconde su fechoría, entre fría y caliente deja su travesura.

No, a las cosas hay que llamarlas con su nombre y, aunque en el camino se encontrarán tal vez liberales, progresistas o de la izquierda con un pensamiento diferente solo sugeriremos   llamarle al “pan pan” y al “vino vino” y, cuando en un futuro lleguen autoridades que no solo sean expertos en tirar pelotitas o patear baloncitos busque un equilibrio y le enseñe a su pueblo que Chocholá, en el pasado fue un fiel testigo de lo que hoy encaminan nuevamente,  es un lugar con historia ya que del 6 al 14 de diciembre de 1823, fue escenario del combate entre los ejércitos republicano y conservador.

El primero, al mando del coronel Manuel Cepeda Peraza y el segundo comando por el coronel Felipe Navarrete. Vencen las fuerzas republicanas y Chocholá es amnésico testigo de este acontecimiento tan importante de lo que hoy es nuestro presente.

Mientras tanto, narraremos a Usted que muy cerca del centro de Chocholá, existe la entrada, hoy con su reja y candado, de una caverna que tiene múltiples historias entre las que destacan las tradicionales travesuras de los Aluxes que se dice ahí habitaban. También hay historias tenebrosas entre las que se señala que la gran mayoría de los que entran ya no salen de ella y, si salen, lo hacen cargados de malos vientos o malos espíritus.

Entre algunos que sobrevivieron a la aventura de entrar a estas cavernas, se trasmite de generación en generación de que esta recorre hasta llegar al cenote San Ignacio, pasando debajo de las calles e incluso de la Casa de gobierno municipal y que, a la mitad del camino entre la entrada y el cenote San Ignacio hay dos caminos del que dependerá la suerte del aventurero mismo que incluso es un buen tema para estudios de temas sobre-naturales en cuyo caso se las dejamos a ellos para que hagan la investigación correspondiente.

Bueno, quisimos traer un poco de imágenes y video del Cenote de San Ignacio, mismo que se encuentra bajo una calle de dicho municipio y el pozo hoy tapado es mudo testigo de lo aquí narrado, pero bueno aun y cuando los que ahí asisten en su mayoría por no decir todos son turistas locales, regionales y nacionales. Están esperando de que vaya a grabar medios que no son ni serán su potencial clientela.

Más aun, quedaron en enviarnos gráficas y vídeos, pero no se les esperará hasta la eternidad. En ese lugar pretenden venderte el lugar como un hotel boutique que, para los conocedores pues no lo es, es un conjunto de cabañas que su precios oscilan entre los 3 mil 100 pesos a los 3 mil 800 pesos. El costo de una habitación en la ciudad de Mérida, por ejemplo, en el hotel los Aluxes, está en menos de los mil pesos.

Es también de destacar que en Yucatán hay entre 7 mil a 8 mil cenotes más los de Campeche y Quintana Roo que, por ser áreas geográficas menos pobladas y con más flora no se podría determinar el número de cenotes en la península de Yucatán; así que una raya más al tigre y el tigre sigue caminando.

Entre la gastronomía regional y muy marcada que puede encontrar en el municipio está el de los ricos y económicos panuchos y salbutes con la hija de la que siempre fuera la alegre Doña Vila en el mercado municipal del centro, esto por las mañanas y, por la tarde-noche los también en la tarde-noche, en el barrio de la Guadalupe con la “Mestiza Alicia”; además de contar con una cafetería para desayunos en el centro y otra variedad de guisos en diferentes lugares de Chocholá.

Apuntado lo anterior permítanme decirles que La vaquería, en Yucatán, desde la perspectiva social y no turística, es una fiesta popular cuyo origen se remonta a la tiempo colonial, cuando los españoles que habían conquistado la región y que se dedicaban a la crianza de ganado vacuno en sus haciendas y tierras que se habían auto entregado, convocaban a sus “bárbaros mexicanos” para “la hierra” de sus vacadas y ofrecían, o permitían, un festejo o baile colectivo a manera de ceremonia como preludio al herraje que implicaba un esfuerzo físico considerable.

Aunque propiamente ya estás fiestas están disociadas de la actividad ganadera, siguen llamándose vaquerías y las podríamos encajonar dentro de las actividades de las fiestas religiosas (patronales) cuyas celebraciones principales son: la misa y las novenas (rezos); la corrida de toros; el baile dividido en bailes populares y bailes tradicionales entre los que se encuentra la Jarana (a lo que hoy se llama vaquería)  y; desde luego, culto al Dios Baco que, aunque no se dice ahí se encuentra y aunque no se ve ahí está.

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